Filosofía del Yoga: Ahamkara, El Ego


Es un aspecto del ser humano que siempre está carente, siempre necesita algo, pues siente un vacío. Su estado natural es la insatisfacción, buscar cosas, situaciones, personas, que alivien esa sensación de falta de bienestar y de paz.


El ego busca sentirse reconocido, valorado; así también busca seguridad y control.
Esos dos aspectos –carencia y búsqueda constante- inundan la vida de prácticamente todas las personas, excepto los iluminados. La regla general de los seres humanos es perseguir constantemente algo: una actividad, objetos o riqueza; “ser mejor”, “ser alguien”, ascender, más prestigio, entretenerse, ocuparse... 


¿Por qué esa constante ir tras de algo? Porque hay un vacío. Sin esas cosas, situaciones o entretenciones, aparece un hueco … la ansiedad, una falta de sentido … 


Dado que esta parte de nuestra personalidad requiere imperiosamente de ciertas circunstancias para sentirse bien, ello redunda en la necesidad de poder y control. La persona no puede dejar que las cosas ocurran simplemente pues podrían no suceder aquellas situaciones que la persona cree son indispensables para su bienestar. 

La necesidad de control inevitablemente genera temor constante y tensión. Por ello es tan común que las personas se exijan unas a otras mayor atención, mayor consideración, mayores expresiones de afecto. A causa de ello es frecuente la hipersensibilidad, sentirse amenazado por los demás, preocupado por lo que los demás piensan de uno. 


De este ego inseguro y carente nacen conflictos interpersonales, cada ego necesitando cosas-situaciones y exigiendo o dependiendo de los demás para la satisfacción de esos requerimientos de afecto, atención, aprecio, etc. Desde aquí surgen también muchos conflictos y trastornos psicológicos.

Existen egos más enfermos y otros más sanos, algunos tienen más heridas que otros, y la terapia psicológica se dedica a ayudar a que el ego pueda ir sanándose. 

El Yoga va más allá del ego, aunque ayuda a hacernos conscientes de las propias heridas, traumas, envidias, miedos, etc. y de ese modo ir superándolos. El yoga nos enseña a comprender que el ego es sólo una parte de nuestro ser, NO TODO NUESTRO SER, y no precisamente la parte más esencial, sino uno de los aspectos más superficiales y burdos.

Si usted siente un estado de tensión constante y de temor, ahora puede comprender que se trata de su ego, que se ha apoderado de usted, usted cree ser su ego, aún no ha descubierto que en realidad es otra cosa … con el Yoga podrá descubrir quién es usted de verdad.

El ego nos tiene convencidos de que algo nos falta. Necesitar es depender de algo sin lo cual no hay paz ni plenitud, es entonces no-ser-libre. Por ello el ego, la persona identificada con su ego, está siempre atado/a a determinadas circunstancias. De otro modo –en la ausencia de esas circunstancias que está convencido de requerir- siente amenazado su bienestar, e incluso que su identidad, su supervivencia, están en peligro. 




Instalados en el ego no podemos ser verdaderamente libres, aunque externamente no estemos encadenados, internamente lo estamos. El ego es el origen de nuestro sufrimiento.

Por ello es que en Yoga se ha llamado Liberación al estado en que se trasciende el ego, pues la persona se libera definitivamente de las cadenas que lo atan al sufrimiento y a la limitación. Dado que se libera de una especie de ilusión (la identificación con el ego), también es liberación de la ignorancia (ignorancia espiritual, ignorar que somos un ser pleno que no necesita nada).

¿Por qué el ego siempre está carente? Porque está fuera del Ser, está en la periferia del ser y por lo tanto le falta ser. Al buscar llenar esa falta de ser, busca más afuera, más hacia la periferia (cosas, personas, estatus, diversión, evasión, etc.) y entonces más se aleja del Ser y de ese modo, aumenta su insatisfacción.

Los grandes maestros espirituales de todos los tiempos y tradiciones han indicado ese cambio de dirección de nuestra atención, de nuestros objetivos. De estar volcados hacia fuera volcarnos hacia dentro para encontrar la paz y bienestar que todos buscamos. Esto es igualmente lo que nos enseña el Yoga y para ello nos ofrece su método de purificación del cuerpo, meditación, acción desinteresada, devoción, intuición y consciencia testigo.

La “tecnología” psicofísica del Yoga nos entrena en nuevas actitudes internas y nos agudiza el “instrumento” de conocimiento espiritual, para de ese modo poder llegar a otra parte … a la otra orilla, a nuestro Ser, a nuestra Alma (o como quiera usted llamarle), en donde hay plenitud y no falta nada.

La siguiente historia nos refleja la ceguera del ego, de estar siempre pensando en su propio engrandecimiento en vez de contemplar la vida de verdad:


“Un autobús que va cargado de turistas atraviesa una hermosísima región llena de lagos, montañas, ríos y praderas. Pero las cortinas del autobús están cerradas, y los turistas, que no tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las ventanillas, se pasan el viaje discutiendo sobre quién debe ocupar el mejor asiento del autobús, a quién hay que aplaudir, quién es más digno de consideración … y así siguen hasta el final del viaje.” (A. de Mello, Una Llamada al Amor).

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