Podemos reconectarnos con el estado original de plenitud, en el que no hay ninguna necesidad ni deseo. 

Instalados allí, nos damos cuenta que quien sufre es una entidad superficial alimentada por la mente y el ego, que normalmente creemos ser. 

En ese centro despertamos del sueño de creer ser esa entidad cuerpo-mente-preocupación-tensión, y experimentamos la (nuestra) naturaleza verdadera: pureza-gozo-alegría-liviandad-inofensividad-amor-belleza.





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