Filosofía del Yoga: Punto de Partida

La filosofía del Yoga es un camino de crecimiento personal que nace de la búsqueda de la verdad profunda de las cosas, de la respuesta a porqué sufrimos y cómo podemos disminuir ese sufrimiento, de lo que hay dentro de uno mismo, de lo que hay más allá de las apariencias, de lo que se esconde tras los fenómenos, de lo que está más allá de la vida común de alimentarse, reproducirse, obtener reconocimiento … 


Mirada así esta filosofía no tiene un lugar y tiempo específico de origen, es probablemente común a toda la humanidad, sin embargo, el camino llamado “Yoga”, con sus peculiares características, sin duda se ha desarrollado en medio de la cultura india.

La cultura de India, así como su metafísica y espiritualidad, son producto de la mezcla de dos culturas que existieron en el Valle del Indo hace muchos siglos atrás: la cultura dravídica y la cultura de los arios. Los drávidas eran el pueblo que habitaba esas tierras originariamente y alrededor del 2000 y el 1500 a.C. fueron invadidos por los nómades arios.

La civilización dravidiana tenía un carácter matrístico, es decir rendía culto a la femineidad y la mujer ocupaba un lugar de honor tanto en la vida profana como en la religiosa (Lysebeth, 1990), era sensible, inclinada a las artes, carente de vocación guerrera, devocional, mística y contemplativa. Se cree alcanzó un alto desarrollo económico, urbanístico y social.

Por su parte, la cultura de los arios estaba marcada por un carácter guerrero, patriarcal, intelectual, activo, sacrificial y jerárquico.

La interrelación de estos dos pueblos dio como resultado una riquísima variedad de filosofías, cultos, religiones, caminos espirituales en la India que buscan todos ellos la Verdad, el Infinito y la Liberación del sufrimiento.

Una gran particularidad de este mundo de tradiciones filosóficas y espirituales es que –a diferencia de la tendencia del mundo occidental- son tolerantes e “inclusivas” con aquellas visiones que piensan o miran de un modo diferente la realidad. Esto se basa en la consciencia de que la Verdad es algo tremendamente amplio, en rigor, es lo más amplio que pueda existir o que podamos pensar, y por ello mismo sobrepasa las capacidades humanas de comprensión.

En la cultura Sanatana Dharma (esta tradición de filosofías y caminos espirituales de la India) se considera que cada visión filosófica es un aporte que complementa y enriquece la visión total de Lo Absoluto a la que se aspira.

Así, donde el pensamiento lógico vería una contradicción excluyente e irreconciliable, por ejemplo entre una visión agnóstica y una teísta, el mundo filosófico-espiritual de la India ve una diversidad complementaria y armónica. Esto es una característica muy notable que nos ubica en un plano diferente del pensamiento filosófico más común de occidente.

Otro aspecto muy diferente entre la filosofía típicamente occidental y la de India, que ya mencionamos antes, es que en la primera la búsqueda es de tipo intelectual, mental, lógico, racional (en la mayoría de los casos); en cambio, en la metafísica y espiritualidad del subcontinente asiático se busca una comprensión de otro tipo, más directa, más amplia, más profunda, a través de la experiencia, la intuición, e incluso, la identificación con aquello que desea comprender.

Nuestro tema, el Yoga, no es una excepción a la tradición en la que se fue gestando, la tradición Sanatana Dharma, y busca también la comprensión experiencial de la Verdad. El Yoga ha sentido en carne propia la insuficiencia de las capacidades puramente mentales para alcanzar su objetivo. Pero ha constatado que esa comprensión intuitiva de la Realidad sí es posible por vías de acercamiento más integrales. Estas vías de aproximación a Lo Real es el método del Yoga.

Justamente el mayor aporte del Yoga al mundo es su metodología, precisa y refinada, que logra llevarnos de lo confuso a lo prístino, de lo opaco a lo luminoso, de lo torpe a lo sutil, de la ceguera a la visión, y lo más importante, del sufrimiento a la felicidad.

Así como la cultura filosófica de la India no se satisface con la vida contingente, también el Yoga anhela la liberación del tipo de existencia dolorosa, efímera, limitada que caracteriza la vida humana (Mircea Eliade, "Yoga: Inmortalidad y Libertad").

El Yoga ha llegado a la conclusión –similar a la del budismo, con quien tiene mutuas influencias- de que todo en este mundo es transitorio: el cuerpo, la salud, la juventud, los afectos, las posesiones, el estatus, las relaciones sociales o familiares. No hay forma de refutar esta verdad, nuestro cuerpo enferma, envejece y muere, las parejas nos abandonan, se disuelven o también mueren, los bienes materiales llegan, se estropean o nos los roban, el aprecio que nos tienen los demás cambia o desaparece … ¿hay algo externo que sea verdaderamente permanente? La respuesta es incuestionable: no hay nada afuera de nosotros de lo que podamos tener absoluta seguridad que siempre estará con nosotros.

He aquí la causa del sufrimiento: al apegarnos a las cosas, personas o situaciones exteriores, al depender de ellos para estar bien, experimentamos dolor e infelicidad, cuando disminuyen, se van o desaparecen.

De esta comprensión nace toda la liberación que el Yoga puede ofrecernos. De esta verdad surge la gran felicidad, duradera y estable, a la que podemos llegar por la vía yóguica hacia el interior de nosotros mismos.

Probablemente el lector experimente una incómoda contradicción al leer los últimos párrafos, pues la constatación de la absoluta impermanencia de las cosas que más valoramos en la vida más bien nos lleva al pesimismo y la desesperanza, que al bienestar y gozo. Esto es verdad si nos mantenemos en la visión normal de las cosas, de la vida, del ser humano. Pero recordemos que los sabios del Yoga pudieron llegar a otra visión.

Si consideramos que las cosas a las que normalmente damos mayor importancia (situaciones, personas, objetos externos) son lo único que existe, lo único a lo que podemos aferrarnos no hay mucha salida ... Sin embargo, si hubiera algo que es perdurable, no se destruye y genera felicidad, entonces habría esperanza …

Los yoguis que han alcanzado cierto grado de evolución –y no sólo ellos, también los maestros de distintas tradiciones espirituales- han llegado a experimentar que sí hay una dimensión de nuestro ser que es verdaderamente permanente y que es fuente de inmenso bienestar y felicidad. Lo han vivenciado, no sólo pensado, lo han constatado, durante cientos y miles de años.

Este es el tema central de la Filosofía del Yoga, este es el asunto al que hay que llegar al recorrer el método de prácticas, meditación, actitudes y purificación que nos ofrece el Yoga.

Hoy en día se enseña, en la mayoría de los casos, ciertas prácticas del Yoga que son sólo una pequeña parte de toda esta “tecnología” psicofísica, dejando fuera lo central y más potente de este camino.


Esta serie de artículos se propone poner al alcance de la gente común y corriente, esos conceptos, esos lineamientos, esas visiones del Yoga que normalmente no se enseñan pero que nos ayudan profundamente a ser más felices.

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