Estamos tan apegados a nuestras opiniones y juicios, sin embargo ...

El otro día me pegué un costalazo, probablemente por irregularidades del terreno y características del calzado … Del percance me quedó algún machucón que quise aliviar con una crema antiinflamatoria muy buena de medicina natural que tenía en casa. 




Busqué la mencionada loción pero no pude encontrarla, ni en uno ni otro lugar en que creía podía hallarse. Me pareció muy raro pues estaba segura que la tenía, recordaba haberla comprado, haberla usado y que no se había terminado.

Volví a buscar en los lugares probables … pero ¡nada! Así es que decidí aceptar la situación y olvidarme del asunto … Esa noche, al ir a acostarme, veo la citada pomada junto a mi cama, ¡en un lugar que veo todos los días!

El hecho me hizo pensar en cuántas cosas pasan delante nuestro a diario pero no las vemos. Nuestro cerebro-mente selecciona sólo algunas cosas-hechos-circunstancias y todo lo demás lo deja pasar sin considerarlo. 

A lo anterior hay que añadirle las limitaciones puramente materiales de nuestros sentidos: sólo podemos captar una pequeña parte del espectro visible y del audible.

Así es que la supuesta objetividad que creemos poseer con respecto a la realidad es una ilusión gigantesca. Captamos sólo una parte, sólo una porción de la realidad, con lo cual vivimos, habitamos, consideramos un mundo armado a la medida de nuestros sentidos, de nuestra mente y de nuestra historia personal. 

Cuando hacemos un juicio del tipo “esto está bien, eso está mal” o “esto debe ser así y no debe ser de otro modo” –que lo hacemos a cada instante- estamos dictaminando cómo deben ser las cosas desde la visión del mundo que tenemos. ¿Qué pasaría con la validez de esos juicios si el mundo fuera distinto, quizás más amplio, del que creemos que es? ¿Seguirían siendo válidos esos juicios de lo que está bien y de lo que está mal, considerando otras variables que nosotros no hemos visualizado?

En Yoga y en Budismo, y probablemente también en otros caminos espirituales, se enseña a desarrollar una actitud abierta sin juicios, una actitud de observación atenta sin tomar partido ni a favor ni en contra de lo que se observa. Esto trae grandes beneficios: sentirse más calmo, más armónico, poder tomar decisiones más conscientes, poder liberarse de comportamientos impulsivos y compulsivos, poder aportar calma a situaciones de conflicto, etc. 

Sin embargo, en vistas de esta pobre visión del mundo que tenemos, incompleta, se sigue que debemos ser muy prudentes a la hora de enjuiciar, pues tenemos una gran probabilidad de estar equivocados en cuanto no conocemos todas las variables involucradas en el asunto.

Así es que con esta reflexión, les invito a ser mucho más cuidadosos y reservados con sus juicios. Incluso voy más allá: les invito a abstenerse de hacer juicios todo el tiempo y abrirse más a simplemente observar, contemplar, en una actitud atenta y desapegada.

Este tipo de actitud te mantendrá en una esfera de mayor objetividad, y además te traerá dos importantes beneficios: te evitará ese engrandecimiento e inflamiento de tu ego que se produce cuando criticas, y expandirá tu campo de percepción y atención; es decir, expandirá tu Consciencia, lo cual es la meta del Yoga, del Vedanta, del Samkhya, y de otros caminos espirituales.


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