Esta semana una alumna de un centro de rehabilitación de adicciones en que enseño asistió a su primera clase del grupo "avanzado" en el que practicamos meditación. Es una mujer de unos 40 o 50 años timida e insegura. Después que terminamos toda la sesión, culminando con la meditación, comentó muy emocionada que nunca en su vida se había sentido tan bien. Su expresión no verbal confirmaba sus palabras. 



Fue conmovedor y profundamente hermoso... Sentí que la simpleza ilógica, irracional, tan personal, alejada de los métodos, el esfuerzo y lo externo, de lo que practicamos, ayuda realmente a ir hacia la paz que está dentro de nosotros.

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