¿Cómo explicamos todo?



¿De dónde sale que pensemos cada pensamiento, que haya pensamientos en nuestra mente? ¿De dónde surge realmente la vida, la consciencia? se pregunta el Kena Upanishad
.

Son preguntas fundamentales, radicales y muy difícil responderlas.

La visión materialista, cientificista, cuyo nombre en filosofía es “positivismo”, en algún momento decidió explicar todo a partir de la materia exclusivamente, dejando fuera todo lo que fuera consciencia. Explicar todo a través de movimientos y procesos ciegos, puramente mecánicos y biológicos pero sin la intervención de nada que parezca no material. 

Fue una elección, que pareció más racional, más higiénica y simple. Libre de contenidos religiosos, dogmáticos, sectarios, subjetivos, que pueden ser muy peligrosos. Por ejemplo los exterminios religiosos, las condenas dogmáticas. Galileo tuvo que retractarse y a Giordano Bruno lo mataron, por no estar de acuerdo  con lo que decía en su tiempo la Iglesia.

Sin embargo, esta mirada positivista-racionalista, iluminista, que albergó la esperanza de solucionar todos los problemas de la humanidad y ofrecer el paraíso aquí en la tierra, ha ido mostrando su limitación y también su tiranía, pues se erigió en la única verdad válida, negando y denostando cualquier otra mirada.

Hoy vemos muchas falencias en esta mentalidad: la medicina, lo alimentario, la vida desde esta perspectiva se ha vuelto poco sana, poco humana, cercenada de lo más esencial y nutricio que necesita el ser humano. Esta vida tecnologizada, artificial, volcada únicamente hacia lo externo, la productividad y al consumo, con una mirada que solo ve lo material, hoy se cae a pedazos. En esta mentalidad no nos sentimos realmente bien, algo nos falta y entonces nos ponemos más obsesivos, más posesivos, controladores, más enfermos, y con la ilusión de que ese es el camino hacia la felicidad. Nos enfermamos nosotros, se enferman nuestras ciudades, nuestra convivencia, nuestra sociedad, se enferma nuestro planeta.

Surgen nuevas-antiguas miradas que habían sido despreciadas, rechazadas por no científicas, no racionales, que han dado un contexto más humano, más sano, más tranquilo, más acogedor, más espiritual, con más sentido.

Hemos crecido en la mentalidad cientificista-racionalista, explicando todo desde la materia, pero hoy muchos necesitan algo más.  La mirada positivista parece que no explicó la causa esencial de la vida, la consciencia, el universo, solo dijo está compuesto de esta manera, intervinieron tales procesos químicos y biológicos, pero no respondió realmente el por qué, el de dónde.

Hoy en la misma ciencia hay hallazgos e intentos de responder estas preguntas que se salen  de la estrechez que la dominaba hasta ahora.

Por ejemplo la física cuántica  ha descubierto que el observador influye en el comportamiento o manifestación de las partículas subatómicas, es decir, se cae ese axioma de que el mundo está afuera independiente del observador. La persona, su mente, su consciencia, influye en lo que ve que sucede afuera, quizás lo crea o lo re-crea.  

Hay otra mirada (dentro de la ciencia) llamada Panpsiquismo, que dice que no solo el ser humano tiene consciencia, sino que en todo hay algún grado de consciencia, que no puede explicarse la consciencia a partir de lo meramente biológico, no hay cómo explicar el hecho de la consciencia a partir de la combinación de moléculas. 

Por su parte el Biocentrismo (nacido desde la biología) afirma que la Consciencia crea el universo y sus leyes, y no al revés.

Hoy parecen abrirse puertas para que podamos ver más allá de lo que hemos visto hasta ahora, dejar los barrotes de una mirada que dejó muchas dimensiones afuera, la del cuerpo, el sentir, lo intuitivo, lo espiritual, lo amplio, el misterio ...


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