Yoga es paz absoluta

En la práctica de yoga el hecho de que la disfrutes te ayuda a acercarte a ese estado de quietud, de no necesitar nada, de no tener que cambiar a ninguna otra experiencia que la que estás viviendo.

El esfuerzo genera tensión y también nos pone en una actitud muy activa.

El yoga, la experiencia de yoga es quietud, la máxima quietud, la paz total.

Cualquier acción es un movimiento, el movimiento puede venir desde la plenitud, desde el goce de hacer, o puede venir desde la carencia, desde la necesidad de algo para sentirnos mejor, dignos, válidos, etc.

Observa bien tu actitud mientras practicas, si es de logro, de tener que lograr algo, te estás yendo por un camino diferente al del yoga. Si tu actitud es de observación, atención, sentir … te estás instalando en la actitud de yoga, la actitud de observador, drasthu, el “veedor”, la Consciencia Pura.

Yoga no es músculo, no es alineación, no es postura, no es flexibilidad, no es acrobacia, no es impresionar con lo que hago, no es lograr nada tampoco, es re-instalarse en la experiencia del solo mirar, en la tranquildad desde la que contemplo todo.

El excesivo actuar nos ha enfermado. La constante agitación de ir más allá de lo que somos agota nuestra fuerzas y nos saca de nuestro centro. Somos el-que-ve, el observador. El que actúa es solo la vestidura externa, estamos en un cuerpo-mente temporalmente, pero en esencia somos sakshi, simplemente Pura Consciencia.

Mientras más nos acerquemos a esa Pura Consciencia mejor nos sentiremos, más plenitud experimentaremos, más bondadosos y generosos seremos con los demás, más plácida y armoniosa nos parecerá la vida. El Yoga es un camino para hacer ese recorrido.

Si nuestra práctica de Yoga tiene una cualidad serena, enfocada en el simple mirar, el simple darse cuenta, el experimentar sin más objetivo que abrirse al momento presente,  estaremos acercándonos a esa luz maravillosa, a esa paz gozosa que están en alguna parte, que pocas veces la rozamos, pero que están en nuestra posibilidad.